el vendedor de sombras

Ibamos en silencio en el coche. Pero no porque no tuvieramos nada que decirnos, sino porque teniamos demasiado a decir. Normalmente mi relación con Maria se ha basado siempre en hablar, horas y horas, y mirandonos bien clarito a los ojos. Como le gusta a ella.
Con Manuel las cosas son muy distintas. Nuestra complicidad es absoluta. Es cierto que el nunca ha sido una persona que se deje dominar por las palabras (es mas, creo que conoce exactamente el numero de palabras que le quedan en la vida y las esta economizando...), pero tampoco las necesita conmigo; siempre hemos hablado por otros medios, como unidos por un cordon umbilical, como a proposito para que nadie mas pudiese oirnos.

Llegamos a la estación. Nos tomamos un cafe y nos sonreimos a la vez. Pero la sonrisa es amarga, como el cafe.
Las maletas son demasiado grandes, casi no puedo moverlas. Ya esta aqui el autobus.
Maria mira hacia su izquierda, rapidamente, como buscando algo,como siempre hace en estos momentos. Pero he visto brillar sus ojos y se lo que pasa por su cabeza. Esta vez no necesito las palabras. La beso con rabia. Manuel me abraza, muy fuerte, sonrie y dice palabras de animo que yo ni siquiera escucho. Solo noto su aliento en mi cuello. Les pido que se marchen.
Entro en el autobus,me siento y miro atras. Muy atras. Durante todo el viaje hacia Lisboa me acompañan, mientras los sonidos entrecortados de mi garganta empañan el cristal.
Por que no les dije lo que habia pensado?no lo se... he perdido ese momento y no creo que pueda recuperarlo...demasiado tarde, como siempre...



A mis padres, por que desde que me trajeron a este mundo han estado luchando por mejorarlo, por y para mi. OS QUIERO.